Palabras de espiritualidad

Cambiando nuestra vida al recibir y asumir la Palabra de Cristo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cuando recibimos en el corazón la palabra de Dios, con todo convencimiento y emoción, cuando nuestra alma se dirige a Dios con un fervor encendido, desde ese mismo instante comenzamos a transformarnos.

La parte principal de ese seguir a Cristo podemos cumplirla con nuestra oración, con nuestra fe, asistiendo a la iglesia y participando de los Sacramentos, practicando buenas acciones. Todo esto cambia la atmósfera de nuestra alma. Nuestro interior se transforma completamente. Se santifica con estos actos de oración y amor. Se produce un cambio tanto en nuestra alma como en nuestro cuerpo. Recordemos que las células de nuestro cuerpo se restauran constantemente. De acuerdo a lo que dicen los científicos, cada siete años se renuevan completamente todas las células de nuestro cuerpo, dando paso a otras, de manera que podría decirse que nos volvemos otras personas.

Lo mismo pasa con nuestra alma. Cuando recibimos en el corazón la palabra de Dios, con todo convencimiento y emoción, cuando nuestra alma se dirige a Dios con un fervor encendido, así como vino aquel joven a Cristo —sabedor de lo que era la salvación, la Providencia Divina, la bondad de Jesús y los Misterios redentores de la Iglesia—, desde ese mismo instante comenzamos a transformarnos.

Al principio —y gradualmente— comenzamos a sentir una cierta atracción por la Iglesia. Puede que alguien nos haya hablado sobre las cosas de la fe o nos haya dado un libro de oraciones. De pronto, parece como si hubiéramos recibido una luz nueva. Y mientras más nos acercamos a ella, más llena nuestra alma, más y más, porque es la luz eterna de Dios, que perfecciona al mundo, al hombre y a los demás seres vivientes. Es la gracia de Dios que obra en nosotros.

(Traducido de: Părintele Cheorghe Calciu, Cuvinte vii, ediţie îngrijită la Mănăstirea Diaconeşti, Editura Bonifaciu, 2009, pp. 180-181)