Palabras de espiritualidad

Cambiar antes de que sea tarde

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si haces el mal, es posible que los demás te elogien, pero Dios te castigará. Si haces el bien, puede que los demás te castiguen, pero Dios te recompensará.

«Tu carta me ha conmovido enormemente. A decir verdad, no he podido contener el llanto al leerla una y otra vez. Siento que en ella has retratado, en su totalidad, el drama de la vida humana. 

Me cuentas que creciste entre ardides y fechorías. Robar era una de tus costumbres más arraigadas, aunque te cuidabas tan bien de que nadie te viera, que los demás siempre creyeron que eras un muchacho honrado. Sin embargo, un día alguien te sorprendió robando y no te quedó otra que huir del lugar. En tu escapada, tropezaste con algo y te rompiste una pierna. Cuando llegaste a tu casa, inventaste no sé qué cosa para encubrir lo que había sucedido, y pediste que llamaran a un médico. Después de examinar tus heridas, el doctor concluyó que ya no se podía hacer nada para salvarte la pierna, y dijo que había que cortarla lo antes posible. Tus padres llamaron al párroco para que viniera a orar por ti. Esas oraciones, dices, no ayudaron a que sanara tu pierna, pero estremecieron profundamente tu alma. Te acordaste de Dios y por primera vez sentiste repulsión por tu forma de vida. Te arrepentiste con toda el alma y prometiste vivir de acuerdo a las disposiciones de Dios.

Entonces ¿por qué dices que las oraciones del sacerdote no te ayudaron? ¡Te hicieron espabilar, despertaron tu alma! Y esto es lo más importante. Pagaste tu alma con una pierna. Créeme, te salió barato el asunto. Quédate tranquilo. Pero esto no es todo. Después de renunciar a tu vida de pecado, empezaste a orar con un fervor cada vez mayor. Algunas personas, al ver ese cambio tan radical en ti, te acusaron de hechicero y otras cosas parecidas. Y las autoridades te castigaron. Todo esto vino a perturbarte mucho, y por eso te decidiste a escribirme, para preguntarme cuál es el sentido de todo lo que te ha pasado. Bien, hijo, esto significa que el camino que lleva al Reino de Dios es estrecho y trabajoso. Nuestro Señor Jesucristo habló con suficiente claridad de lo que tendrían que enfrentar quienes decidieran seguirle. Por eso, que nada de esto te asombre. Si haces el mal, Dios te castigará. Si haces el bien, puede que tus semejantes te castiguen. Si haces el mal, es posible que los demás te elogien, pero Dios te castigará. Si haces el bien, puede que los demás te castiguen, pero Dios te recompensará. Cristo hizo solamente el bien, y, con todo, los hombres lo crucificaron. Por eso, que no te importe lo que digan o hagan los demás. Tú mantén la mirada dirigida a Dios.

Perdiste una pierna, pero ganaste tu alma. Si fuera necesario, entrega tu cuerpo entero por tu alma. ¡Pero, insisto, te salió barato recobrar tu alma! No temas, hijo. Persevera en el camino que acabas de empezar. ¡Dios vendrá siempre en tu auxilio!».

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, Editura Sofia, p. 35)