¿Cómo actuamos cuando alguien nos ofende?
Cabe preguntarnos, entonces, ¿es así como se comportaba Jesús con los que lo insultaban, con los que hablaban mal de Él? ¡De ninguna manera!
Todos solemos perder la compostura cuando nos ofenden, todos estamos listos para agarrar del cuello a quien nos insultó; nuestros ojos echan chispas, nuestro rostro se crispa por el enojo y todos los demás, al verlo, se apartan de nuestro lado. Nuestros movimientos se vuelven bruscos, irreflexivos, nuestras manos se agitan, nuestros pies quisieran golpear al otro… también nuestra lengua pierde cualquier control cuando le respondemos a quien nos ofendió. Cabe preguntarnos, entonces, ¿es así como se comportaba Jesús con los que lo insultaban, con los que hablaban mal de Él? ¡De ninguna manera! El problema es que, incapaces de seguir el ejemplo de Cristo, actuamos como nos lo dictan los demonios de la furia y la ira, porque ¿quién de nosotros está libre de la ira? ¿Quién acepta los insultos en calma, con tranquilidad?
(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, Bucureşti, 2004, p. 26)