Palabras de espiritualidad

¿Cómo conservar la pureza, en una sociedad que promueve abiertamente la infidelidad?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El pecado ha venido a morar entre nosotros, rodeándonos por todas partes, seduciéndonos. Muchas veces, el infierno asume la forma de “sentimientos” aparentes o de una simple cuestión estética.

No me hables”, dice San Juan Crisóstomo, “de esas leyes que dicen que la mujer infiel es condenada al infierno, mientras que el hombre que comete la misma falta quedará sin castigo. Es mi deber recordarte la ley divina que condena tanto al hombre como a la mujer que han pecado, llamando a este pecado adulterio.”

Hay, desde luego, mujeres que por odio o por venganza hacen caer en sus redes a jóvenes puros u hombres casados. Tal clase de personas existe en todos los niveles sociales. Algunas veces, bajo el aspecto de una respetable dama, con grandes títulos honoríficos o logros académicos. Realmente me resulta repulsivo hablar sobre este tema, pero mi deber es clamar: “¡Atentos al camino que decidan seguir!”. El pecado ha venido a morar entre nosotros, rodeándonos por todas partes, seduciéndonos. Muchas veces, el infierno asume la forma de “sentimientos” aparentes o de una simple cuestión estética.

Un ejemplo de ello es un canto tradicional, muy apreciado, que no falta en ninguna fiesta. “Desde la isla boscosa” (conocido también como "Volga, Volga, mat' rodnáia", en ruso. N. del T.). Al comienzo, aquella canción te fascina con su evocación de las aguas del río Volga y una romántica exaltación de Stenka Razin, que luego de solazarse toda la noche con una opulenta muchacha, por la mañana termina ahogándola. Recordemos, asimismo, los versos de aquel romance, “El fuego que se divisa en la niebla”, que tienen un sentido aún más sutil: “Recuerdas aún cuando ella / Amaba a tu amigo / Y, entre bromas y cantos / Se arrodillaba frente a ti”...

Podemos poner muchísimos ejemplos de canciones, películas, novelas, pinturas, etc., que exacerban los sentidos y destruyen el alma y el cuerpo. Como dice el Apóstol Pablo, “También Satanás se disfraza de ángel de luz. No es, por tanto, de extrañar que sus ministros se disfracen de ministros de justicia” (II Corintios 11, 14-15) y, podría agregar, de refinamiento estético. Se ha vuelto casi normal que, al amparo de la noche y acompañados de melodías pasionales, ciertos grupos de auto-denominados “amantes y adeptos de la creación artística”, participen, a campo abierto, de “manifestaciones de arte” que incluyen la práctica del desenfreno, ocasionando que, posteriormente, muchas de esas familias terminen destruyéndose.

Los cristianos y los miembros de la Iglesia deben evitar, a toda costa, tales “amistades”. Recordemos lo que dice el Apóstol Pablo: “¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial, o qué parte tiene el fiel con el pagano?” (II Corintios 6, 15). Esto no significa que estemos en contra de la amistad entre creyentes y no creyentes. El problema es otro: cuándo y en qué condiciones debemos concordar con ellos y cuándo debemos alejarnos (ver II Corintios 6, 17), tomando en cuenta que “el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios” (Santiago 4, 4).

(Traducido de: Pr. Prof. Gleb KaledaBiserica din casă, Editura Sophia, București, 2006, pp. 216-218)