¿Cómo es el don del libre albedrío, que Dios le concedió al hombre?
Solamente esa forma de amor tiene valor: el amor que brota libremente de un corazón amoroso, sin coerción u obligación.
El don más grande que Dios le concedió a Su criatura es la libertad. El hombre fue creado para ser libre. Depende de su voluntad elegir un camino u otro en esta vida. Depende de su voluntad obedecer o no a Dios, honrar a Dios como a un Padre o simplemente rechazarlo. Esta libertad de elección es como una marca de la imagen y semejanza del hombre con Dios. El mismo libre albedrío fue lo que vino a definir la dignidad del hombre, una dignidad que lo alzó mucho más que a las demás criaturas.
¿Por qué fue que Dios le concedió al hombre el libre albedrío? La respuesta es suficientemente clara: el único motivo por el que Dios creó al hombre es el amor. Y el amor siempre desea lo que es mejor para el ser amado. Aún más, el amor desea una participación libre —amor a cambio de amor— sin verze forzado de ninguna manera. Solamente esa forma de amor tiene valor: el amor que brota libremente de un corazón amoroso, sin coerción u obligación.
Dios Padre, en Su inmenso amor, espera justamente esa clase de amor del hombre libre que creó. Y desea que el hombre que creó —al cual le concedió numerosos dones—, le ame y le sirva voluntariamente, sin mediar ninguna clase de coacción, tal como un hijo amoroso sirve a su Padre amado. Tal es la importancia del don del libre albedrío.
(Traducido de: Arhiepiscopul Averchie Taușev, Nevoința pentru virtute. Asceza într-o societate modernă secularizată, traducere de Lucian Filip, Editura Doxologia, Iași, 2016, pp. 105-106)