¿Cómo es que hay algunos que pueden perdonarlo todo?
En el alma que está bajo la influencia de Dios, aunque suceda algo que pueda enfadarle, el lazo del amor no se desata.
Cuando una persona empieza a sentir el amor de Dios en abundancia, comienza a amar a su semejante, sintiendo el Espíritu. Este es el amor del que habla toda la Escritura. Sucede que la amistad material se destruye fácilmente ante el menor motivo, porque no fue atada con el sentimiento del Espíritu. Pero en el alma que está bajo la influencia de Dios, aunque suceda algo que pueda enfadarle, el lazo del amor no se desatará. Porque, encendiéndose a sí misma otra vez con el amor de Dios, inmediatamente vuelve a su correcto estado y con alegría recibe el amor al prójimo, a pesar de la magnitud de la ofensa o la gravedad del daño recibido. Y es que, con esto, el alma no hace sino derretir la amargura del enfado en la insondable dulzura de Dios.