Cómo es que perdemos el valioso tiempo para nuestra salvación
Todos deseamos y nos afanamos en muchas cosas en esta vida, en distintas situaciones y bajo diversos aspectos; nos agitamos, nos preocupamos y nos ocupamos en un sinfín de actividades. Sin embargo, perdemos un tiempo que es de oro, que tendríamos que utilizar para algo mucho más valioso: la salvación de nuestra alma.
El Evangelio del día de la Madre del Señor (en la Liturgia del tiempo de la semana litúrgica) es muy instructivo. El Señor le dice a la hospitalaria Marta: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada” (Lucas 10, 41-42). Estas palabras del Señor nos sugieren que todos deseamos y nos afanamos en muchas cosas en esta vida, en distintas situaciones y bajo diversos aspectos; nos agitamos, nos preocupamos y nos ocupamos en un sinfín de actividades. Sin embargo, perdemos un tiempo que es de oro, que tendríamos que utilizar para algo mucho más valioso: la salvación de nuestra alma. Por ejemplo, leemos toda clase de diarios, revistas y libros, sobre muchos y variados temas. O simplemente leemos cosas mundanas, con un contenido diverso, a veces hasta riesgoso. En cambio, no leemos lo que realmente necesitaríamos leer: el Libro de Libros, el Evangelio. No leemos la Biblia, ni los textos de los Santos Padres, ni siquiera los libros propios de nuestra fe. Los cristianos se ocupan, en nuestros días, con toda clase de cosas y “negocios” terrenales, pero raras veces entran a la iglesia. A algunos les preocupa más obtener reconocimientos, condecoraciones y cualquier otra forma de distinción, pero no se muestran preocupados en cumplir, con la conciencia tranquila, las responsabilidades que les corresponden.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronștadt, Liturghia – cerul pe pământ, Editura Deisis, 2002, p. 308)