Palabras de espiritualidad

¿Cómo hacernos dignos de recibir al Señor?

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

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He aquí que Él llama a nuestra puerta (Apocalipsis 3, 20). Él Mismo anhela venir a nosotros.

¿Quién podría atreverse a afirmar que su casa espiritual está completamente en orden y que puede acoger al Huésped Celestial?

Todos somos indignos, unos más, otros menos, de que el Redentor Celestial venga a nosotros. Sin embargo, he aquí que Él llama a nuestra puerta (Apocalipsis 3, 20). Él Mismo anhela venir a nosotros. Porque, para Él fuimos creados, y sin Él seríamos eternamente infelices.

Él viene a otorgarnos Su don celestial. ¿Hay alguna manera de volver a ser dignos de Él? Con gran alegría debemos reconocer que sí la hay. La conforman la contrición y la confesión. Cuando la confesión es sincera, profunda y además acompañada por la repulsión al hombre viejo y el deseo de empezar una vida nueva, la morada del corazón es purificada desde sus cimientos de toda la miseria del pecado. Con la confesión, los demonios son echados afuera, porque no son más que simples parásitos que llevan a la perdición. Igualmente, con la confesión todas las ideas y pensamientos dispersos son puestos en orden, al igual que todos los sentimientos y anhelos del corazón, de manera que este se vuelve digno de recibir al más espléndido de los huéspedes: nuestro Señor Jesucristo.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Leacul uitat - Sfânta Taină a Spovedaniei, trad. din lb. bulgară de Gheorghiță Ciocioi și Petre-Valentin Lică, editura Sophia, 2007, pp. 16-17)