¿Cómo podemos librarnos de las peores pasiones que atormentan al alma?
Por eso es que le pedimos a la Reina del Cielo: “Santísima Señora mía, Madre de Dios, con Tus santas y poderosas oraciones, aparta de mí, Tu humilde y miserable siervo, la desesperanza, el olvido, la ingratitud, la indolencia y todo pensamiento impuro y malicioso…”.
La tristeza o la pereza, el olvido y la ceguera (espiritual) son tres colosos a los que se mantiene sujetada, con ataduras muy resistentes, la humanidad entera.
Después viene la indolencia, con todo un séquito de pasiones. Por eso es que le pedimos a la Reina del Cielo: “Santísima Señora mía, Madre de Dios, con Tus santas y poderosas oraciones, aparta de mí, Tu humilde y miserable siervo, la desesperanza, el olvido, la ingratitud, la indolencia y todo pensamiento impuro y malicioso…”.
El stárets Ambrosio solía enseñar a sus discípulos, tanto por escrito como a viva voz, a orar con la “Oracion de Jesús”: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”.
(Traducido de: Starețul Ambrozie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2010, p. 156)