La oración es lo más importante. Es nuestro camino hacia Dios; todo lo demás son sólo medios auxiliares. Sin embargo, es importante que hagamos una pequeña preparación antes de orar. No se presenten inmediatamente ante Dios; es importarse prepararse antes, espiritualmente. ¿Cómo hacen los súdbitos cuando se presentan frente al emperador? Al menos intentemos pensar en nosotros mismos y en Dios. ¿Quiénes somos nosotros y quién es Ése con quien queremos hablar? ¿Qué necesitamos y con qué derecho nos atrevemos a pedirlo? Y así, sucesivamente.

Lo más importante es que, desde el comienzo, nos asentemos con humildad frente a Dios y que le hablemos al oído, con sencillez, como si fuéramos niños. ¡Qué bien es hacer postraciones, qué bien es estar firmemente, sin dejar que las manos y piernas te llamen al ocio, sino manteniéndolas en atención! ¡Señor, ten piedad° Que el Señor nos permita esforzarnos, cada uno de acuerdo a sus capacidades y perseverancia. ¡Que la Madre del Señor los cubra con Su manto!

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Învățături și scrisori despre viața creștină, Editura Sophia, București, 2012, p. 16)