¿Cómo prepararnos para asistir a la iglesia?
Te recomiendo que intentes “calentarte” con la oración antes de ir a la iglesia, y verás la diferencia. De esto pueden dar testimonio muchos de mis hijos espirituales.
En lo que respecta a los oficios litúrgicos de nuestra Iglesia, me atrevería a decir que no son despreciados por aquellos que los sustituyen por la oración con la mente. Los oficios litúrgicos han sido escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo. En ellos hay sabiduría, y contienen los dogmas de nuestra fe. Por medio de ellos glorificamos a Dios. Es un jardín pletórico de regocijo espiritual. Desafortunadamente, este jardín se halla cerrado para muchos.
Es bueno que amemos los oficios litúrgicos, pero no asistamos a la iglesia por simple costumbre. Que no nos guste sencillamente leer, cantar y pasar unas horas agradables durante la Liturgia, sino que debemos entender todos esos contenidos y significados divinos. De lo contrario, también nosotros escucharemos: “¿Es que entiendes lo que lees?” (Hechos 8, 30).
Dios envió a Felipe al etíope para explicarle las Escrituras, y a nosotros nos envía el Espíritu Santo, cuando la mente ha sido purificada con la oración incesante.
En cierta ocasión, un monje muy devoto vino a buscarme, quien me dijo:
– Padre, yo no tengo nada en contra de la oración, pero no estoy de acuerdo con usted, porque le concede una gran prioridad a la oración con la mente, descuidando los oficios litúrgicos.
—Pero ¿quién te dijo que aquí despreciamos los oficios litúrgicos?
—Si no los desprecia, sí que los reduce. En nuestro monasterio, hacemos entre seis y ocho horas de oración comunitaria, fuera de los domingos, días festivos, vigilias, etc., para glorificar a Dios.
—Dices bien, se trata de glorificar a Dios. Sin embargo, quiero que me respondas con sinceridad a una pregunta. Cuando asistes a la iglesia, ¿entiendes lo que se lee y se canta, o tu mente revolotea de aquí para allá?
—Bueno, para serle sincero, padre, muchas veces mi mente se distrae...
Entonces, medio en broma, le respondí:
—Eso significa que también tú te hallas entre esos a los que se refería el profeta, cuando dijo: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí” (Mateo 15, 8). ¿Quieres que te diga cómo celebramos aquí los oficios litúrgicos? Primero velamos en nuestras celdas, orando, para que nuestra mente se ilumine. Después abrimos el Pentecostarion y la Menaia, y leemos de ellos. ¡Cuando haces esto, sientes tanta dulzura espiritual, tanta alegría y humildad, que tu corazón se enciende con el amor divino y, dejando a un lado el libro, te postras hasta el suelo y no puedes sino empezar a llorar largamente!
Hoy en día, debido a que tengo muchas más responsabilidades en esta comunidad monástica, ya no experimento lo mismo que antes, cuando estaba solo. No soy un ilustrado, porque apenas llegué al cuarto año de la escuela primaria. Pero cuando se te abre la mente, entiendes perfectamente los textos de los libros escritos en griego antiguo. Así las cosas, te recomiendo que intentes “calentarte” con la oración antes de ir a la iglesia, y verás la diferencia. De esto pueden dar testimonio muchos de mis hijos espirituales.
(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie – Dascălul rugăciunii minții, trad. și ed. de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 207-209)