Cómo superar el enojo con nuestro semejante
He aquí el camino más fácil hacia la felicidad, ese camino que el hombre busca con frecuencia sin saber cómo llegar a él.
Todos sabemos lo que el enojo, porque todos hemos enfadado a alguien y a todos nos han enfadado alguna vez. Sin darse cuenta, quien provoca disgusto y quien se deja llevar por él, se hiere a sí mismo, pues se priva del sol del amor. El que ofende a otro daña no solo su alma, sino también su cuerpo: las emociones negativas engendran en el hombre una tensión dolorosa que afecta al metabolismo y desordena la vida. Quien causa enojo a otro, en primer lugar, se lo causa a sí mismo. Y quien se enoja, igualmente, es imprudente y se lastima a sí mismo. Debemos protegernos de las ofensas con el escudo de la luz, no darles importancia y —lo más importante— oponer al disgusto el amor, la mansedumbre, la generosidad. “Aprended de Mí”, dijo Cristo Salvador, “que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11, 29). He aquí el camino más fácil hacia la felicidad, ese camino que el hombre busca con frecuencia sin saber cómo llegar a él.
(Traducido de: Arhiepiscopul Ioan Șahovski, Viața de familie, Editura Sophia, București, 2009, p. 101)