Como una hoja en el otoño…
A partir de hoy, desde este mismo instante, arrepintámonos con el alma y volvamos a Dios. Y cuando Él vea esta buena intención nuestra, nos ayudará.
¿Han visto cómo suspira el hombre, cómo llora, y cómo sus ojos pierden la paz cuando le llega el momento de morir? Y es que ve cómo se le acercan las huestes del enemigo, los demonios, para arrebatarle el alma. Y el alma tiembla, como tiembla la hoja en el otoño ante el más leve soplo del viento. Porque los ángeles dicen: “¡Según tus obras, Aleluya! Te ayudaríamos, pero tenías que habernos ayudado tú también con tus actos”.
Entonces, antes de que nos llegue ese momento tan estremecedor, antes de que tengamos que enfrentar el primer juicio del alma, y después el gran Juicio de la Segunda Venida del Señor, preparémonos, estemos atentos, ¡apresurémonos hoy, cuando todavía es posible! No lo dejemos para mañana o para el día después de mañana. A partir de hoy, desde este mismo instante, arrepintámonos con el alma y volvamos a Dios. Y cuando Él vea esta buena intención nuestra, nos ayudará, Y aún este pequeño esfuerzo nuestro crecerá y dará frutos, de manera que podamos hacernos dignos de la salvación de nuestras almas.
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credință și mântuire, tradusă de Cristian Spătărelu, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 13)