Palabras de espiritualidad

Cómo vencer las tentaciones del demonio

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Para vencer todas las trampas y tentaciones del maligno, necesitaremos utilizar dos armas muy ponderosas: la primera es la santa oración, y la segunda, la humildad.

¿Cuáles son, padre, las armas más importantes para vencer las tentaciones del demonio?

—Para vencer todas las trampas y tentaciones del maligno, necesitaremos utilizar dos armas muy ponderosas: la primera es la santa oración, y la segunda, la humildad.

Nosotros oramos sin cesar al Padre celestial, diciendo: “No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”. (Mateo 6, 13). Es decir que le pedimos al Padre que no nos permita caer en tentaciones que superen nuestras fuerzas y nos ampare de las trampas y ardides del maligno.

Luego, cuando enfrentemos alguna tentación, lo que debemos hacer es orar con perseverancia, con lágrimas, con ayuno y compunción del corazón. Los Santos Padres nos recomiendan repetir la “Oración de Jesús”, sobre todo en momentos de prueba, porque el nombre del Señor, cual espada, saca de nuestros corazones y destruye las tentaciones del demonio.

La segunda arma —también muy poderosa—, en contra de las tentaciones del maligno, es la humildad. Dice David: “Me humillé y Él me salvó” (Salmos 114, 6). Cuando nos agobien las tentaciones y las pasiones, hagámonos humildes de corazón, es decir, considerémonos los más pecadores de todos, reconociendo que es por causa de nuestros pecados y nuestro orgullo que tenemos que enfrentar dichas tentaciones, y el demonio huirá de nosotros, porque la humildad es lo que más lo quema, junto con la oración contrita y el ayuno.

Otras armas en momentos de tentación son: la paciencia en las tentaciones con valentía, la confesión frecuente de los pensamientos, la lectura de libros santos, evitar cualquier ocasión de pecado, la Santa Comunión, el silencio, la renuncia a las cosas terrenales, etc.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa. Volumul IV, ediția a II-a, îngrijită de Arhimandrit Ioanichie Bălan, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 128-129)