En primer lugar, deben respetarse el uno al otro. Por supuesto, el hombre es la cabeza de la familia, ¿no? Tú fuiste quien eligió a esa persona, para pasar el resto de tu vida junto a ella... pero puede que haya dejado de ser lo que era al principio, cuando tú la conociste. Quizás ahora se mantenga enojada, y le resulte fácil comenzar a reñir. Con todo, debes tener mucha paciencia, porque sólo con tu paciencia de esposo podrás aconsejarla correctamente y ayudarla a ser una persona virtuosa. Porque, como dicen las Santas Escrituras, “quien haga del indigno, un digno, palabra de Cristo se llamará”.

Y no sólo podrás vivir una vida sosegada después de atraerla al bien, sino que también recibirás recompensa de Dios por ello.[…]

Así las cosas, necesitaremos de mucha paciencia para poder atravesar todas las tentaciones, grandes y pequeñas. Sólo de esta forma podremos salir adelante, de acuerdo a las palabras del profeta: “¡Me he humillado y me he salvado!”. Si te haces humilde, entonces, podrás pasar...

(Traducido de: Stareţul Dionisie duhovnicul de Sfântul Munte Athos, Ed. Prodromos, 2009, pp. 161-162)