Palabras de espiritualidad

Confesándonos con humildad

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

Esa humildad y ese recogimiendo también debes demostrarlos cuando tu padre espiritual te reprenda por alguno de tus pecados, callando, evitando enfadarte y renunciando a tu propia voluntad, aceptando su amonestación con alegría, como si Dios mismo te estuviera corrigiendo.

Al confesarte, hazlo con humildad, profundo recogimiento y el corazón compungido, del mismo modo en que la adúltera confesó sus pecados, de la misma forna en que lo hizo la mujer cananea y tal como oró el publicano, para que Dios acepte tu confesión y te otorgue el perdón de tus pecados. Porque “un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias" (Salmos 50. 19).

Esa humildad y ese recogimiendo también debes demostrarlos cuando tu padre espiritual te reprenda por alguno de tus pecados, callando, evitando enfadarte y renunciando a tu propia voluntad, aceptando su amonestación con alegría, como si Dios mismo te estuviera corrigiendo. ¿Qué digo, aceptarla con alegría? ¡Si fuera posible, deberías caer de rodillas al suelo, sabiéndote culpable, y lavarle los pies con tus lágrimas! Así lo recomienda San Juan Climaco: “Al confesarte, que tu comportamiento y tu pensamiento sean los de un pecador contrito, manteniendo la vista fija en el suelo y, si es posible, llenando de lágrimas los pies de quien te ayuda a sanar, como si fueran los de Cristo”.

(Traducido de. Sfântul Nicodim Aghioritul, Carte foarte folositoare de suflet, Editura Fotini, 2007, p. 160)