Confiar menos en mí, y más en Dios
Hay individuos que parecen virtuosos y espirituales, pero cuando enfrentan alguna prueba o algún fracaso, se muestran incapaces de recobrar la paz.
¿Cómo puede saber alguien si obra movido por la renuncia a sí mismo o con una perfecta esperanza en Dios?
—A menudo, muchos creen que han renunciado a confiar en sí mismos, y que toda su esperanza está en Dios. Sin embargo, en realidad esto no es así. ¿Por qué? Porque siguen aferrándose a la seguridad de sus logros y victorias. Y si llegan a fracasar, se entristecen totalmente, se irritan. Pero no se detienen aquí, porque piensan que en el futuro serán capaces de cosas mejores. Esto es un claro indicio de que antes de ese fracaso tenían una excesiva confianza en sí mismos, y no en Dios.
Y si su tristeza adquiere grandes proporciones, es perfectamente evidente que confiaban más en sí mismos que en Dios. Porque, quien renuncia a confiar en sí mismo y elige poner su esperanza en Dios, cuando enfrenta algún fracaso no se acongoja ni se irrita. ¿Por qué? Porque entiende que ese revés es producto de su propia ineptitud y de su poca esperanza en Dios. Y esto lo lleva a confiar menos en sí mismo y más en Dios. Y deja de prestarles atención a las pasiones que son la causa de su caída.
Hay individuos que parecen virtuosos y espirituales, pero cuando enfrentan alguna prueba o algún fracaso, se muestran incapaces de recobrar la paz.
(Traducido de: Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 21)