¡Confiemos más en nuestra Santísima Madre!
¡Que Dios nos ayude, que la Madre del Señor nos proteja y nos ilumine, para que podamos gozar de la alegría que ella nos da como una Madre Purísima, la Madre de la felicidad!
Tenemos que confiar mucho más en Dios y en la Santísima Virgen María. Tenemos que confiar mucho más en la bondad de Dios y en la bondad de la Santísima Madre del Señor. “¡A la Madre de Dios y Madre de la Luz, exaltándola con cánticos, glorifiquémosla!”.
Exaltémosla tal como lo hizo Dios al elegirla. Exaltémosla como lo hizo su Hijo cuando vino a morar en su vientre perpetuamente casto. Exaltémosla como lo hiciera el ángel al anunciarle: “¡Bendita eres entre todas las mujeres!”” (Lucas 1, 28). Exaltémosla como lo hizo Isabel, llena del Espíritu Santo, quien dijo: “¡Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lucas 1, 42).
Exaltémosla, del mismo modo en que lo hizo aquella mujer que, alzando la voz, exclamó al ver a nuestro Señor Jesucristo: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los senos que te amamantaron!” (Lucas 11, 27). Exaltémosla como lo hicieron los ángeles y todos los santos, como lo ha hecho desde siempre nuestra Iglesia, y no nos dejemos confundir por las ideas de quienes no la honran como Madre del Señor. Apartémonos de esas personas, pero también oremos por ellas. Alejémonos de ellas cuando nos digan que no es bueno honrar a la Madre de nuestro Señor.
¡Que Dios nos ayude, que la Madre del Señor nos proteja y nos ilumine, para que podamos gozar de la alegría que ella nos da como una Madre Purísima, la Madre de la felicidad!
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului – Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, 2003, pp. 38-39)