El inesperado encuentro con esa chica desconocida te ha dejado pensando que podría ser la elegida para el matrimonio. Puede que ese pensamiento llegue a materializarse, si es la voluntad de Dios. No busques en ella la riqueza y la belleza, sino la integridad y sensatez, para que puedan compartir lo bueno y lo malo en la vida. Debe tener un juicio correcto sobre todas las cosas. Me cuentas que la conociste en casa de una respetable dama, quien te confió que la chica es educada, juiciosa y modesta. Esto último es muy importante, porque habiendo vivido en la sencillez, ha podido evitar conformarse con los ruidosos e inútiles hábitos del mundo, que tienen una influencia muy grande sobre la moralidad.

Te sientes inseguro y no sabes cuán serio es ese pensamiento, y yo tampoco me atrevo a decirte qué debes hacer en este asunto tan importante. Te aconsejo que ores y dejes todo en manos de Dios. Si Él ve con buejos ojos esta relación, sentirás la convicción de hacer todo bien y, pidiéndole a Él y a la Madre del Señor, podrás seguir adelante. Si, al contrario, al orar sientes que tu anhelo se debilita, es mejor que dejes las cosas en su estado actual.

(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, pp. 69-70)