Palabras de espiritualidad

Consejos para el trabajo espiritual

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Esta es la ley: luchar contra nuestras malas inclinaciones y esforzarnos en hacer el bien. En esto consiste la palabra del Señor, que nos dice que el Reino de Dios se obtiene con esfuerzo, y que los que se afanan son los que lo alcanzan. Por eso es que también el yugo es señal de seguir al Señor. Si todo fuera por placer, ¿en dónde estaría el yugo? Aún así, resultamos haciéndolo todo con placer y facilidad.

¡Que la misericordia de Dios esté contigo!

Me alegra mucho que hayas empezado a ocuparte de eso que te pedí. Dios quiera que no retrocedas, volviendo a tu estado anterior. Si ya tomaste el yugo, tira de él, llenándote de esa esperanza digna de confianza; adelante nos espera el Reino y la puerta que nos ha de llevar a él es la pureza. Todos los trabajos y mandamientos no son sino medios para purificar el corazón. De esto se extrae que nuestro más inmediato propósito debe ser purificar nuestro corazón, y sólo después, entrar en el Reino de Dios, porque en él no podría entrar nada impuro. Debes retener esto que te digo, para no malgastar tu esfuerzo, mezclándolo con algo viciado. Por ejemplo, al ayunar, no debes enojarte, envanecerte mientras oras o hacer el bien sólo para demostrar a los demás el filántropo que eres.

Dices que te esfuerzas, “no siempre con gusto, sino la mayoría de veces con sacrificio”. Esta es la ley: luchar contra nuestras malas inclinaciones y esforzarnos en hacer el bien. En esto consiste la palabra del Señor, que nos dice que el Reino de Dios se obtiene con esfuerzo, y que los que se afanan son los que lo alcanzan. Por eso es que también el yugo es señal de seguir al Señor. Si todo fuera por placer, ¿en dónde estaría el yugo? Aún así, resultamos haciéndolo todo con placer y facilidad.

Escribes: “Me cerca una insensatez absurda, hago todo automáticamente, sin sentirlo”. Semejantes estados vienen algunas veces como “castigo”, por permitir que en tu pensamiento y en tu voluntad entre cualquier pensamiento malo, y otras veces como “enseñanza”, para que el hombre aprenda a no esperar ya nada de sus propias fuerzas, sino a esperarlo todo de Dios. Algunas de estas experiencias eliminan la auto-confianza, mientras que al librarnos de ese decaimiento se nos muestra de dónde viene la ayuda y a Quien debemos dirigirnos completamente. Es un estado duro, pero debes tener paciencia, pensando que no mereces algo distinto. No hay medios para combatirlo, porque sólo la voluntad de Dios puede terminar con él. Sin embargo, manténte firme y clama al Señor, “¡Hágase Tu voluntad! ¡Ten piedad” ¡Ayúdame!”, sin permitirte ninguna debilidad, porque te puedes vaciar y perder. Es bueno que este estado te entristezca y que procures librarte de él, aunque debo decirte que esa idea que tienes, que algo así serán los tormentos eternos, no es correcta. La felicidad eterna y los tormentos eternos son imposibles de imaginar y no pueden compararse con nada de lo que sucede en esta vida. Todo lo que hay más allá es incomparablemente más intenso que lo que hay en esta vida. Para los Santos Padres, ese estado que enfrentas se llama “enfriamiento” o “sequedad” y todos consideran que es imposible eludirlo si Dios así lo permite, porque sin él es imposible que la espiritualidad se instale en tu mente.

He aquí cómo se beneficia la mente de lo divino. Por la mañana, cuando todos tus sentidos se asienten al desvanecerse el sueño, piensa en las verdades de la fe, comenzando con la Santísima Trinidad y terminando con el terrible Juicio y la suerte eterna que nos espera a todos; pero no lo hagas rápido, a toda prisa, sino despacito, con atención. Esto puedos practicarlo con el Credo. La suma de estas verdades es la estructura misma del mundo pensado, espiritual, divino. Pensando en esto, la conciencia se integra a esa estructura y entra en el mundo espiritual, así como nosotros, al despertarnos del sueño, nos integramos a la estructura del mundo exterior que nos rodea y nos mantenemos conscientes en él. El sol y la luna permanecen sobre nosotros y todas las criaturas del mundo están a nuestro alrededor, así como nuestra familia, vecinos, pueblos y todo lo que hay en ellos. Esto último ocurre solo, sin nuestra voluntad, mientras que para el primer trabajo debemos esforzarnos, aunque no es tan difícil conseguirlo. Dándonos cuenta de la existencia de estos dos mundos —uno, visible para la mente y el otro, para los ojos— realizamos en el que es interior, las reglas para comportarnos en el exterior. Esta es la regla general de pensamiento en las cosas divinas. Las normas particulares son las siguientes: después de terminar con lo anterior, deténte en eso que influye en tu sentimiento de Dios y resucita en él el espíritu de la oración. Si no hay ninguna influencia, entonces la resurrección del espíritu de oración será el sentimiento piadoso de comunión frente a toda la estructura del mundo divino.

Esfuérzate y no dejes pasar ni siquiera una mañana sin renovar tu mundo interior, por medio del pensamiento de lo divino, así como sueles renovar el aire de tu habitación con el rocío de la mañana. Luego, permanece todo el día con ese sentimiento que te dice que afuera del mundo exterior hay uno invisible y que no estás exento de su influencia.

Dios quiera que sepas mantener tu regla de oración con paciencia, para que puedas gozarte de sus frutos. El hecho que tus hijos están a tu lado cuando oras es algo muy bueno. Y no creo que esto sea una carga para ellos. Al contrario, creo que les gusta orar así, colectivamente. Sería bueno que repitieras la experiencia también de noche, antes de que todos se acuesten. Bueno, hagan como les resulte más sencillo.

Oraciones escritas hay muchas. Ellas no fueron compuestas, sino que brotaron del corazón de los Santos, bajo la influencia de una visión espiritual o de algún suceso real. El que las lee detenidamente, entra en el mismo sentimiento en que los Santos las hicieron brotar, haciendo que resucite y se edifique en sí mismo el espíritu de oración. Para que esto sea más fácil, es bueno que pienses primero en las oraciones elegidas, recibiendo al mismo tiempo los sentimientos escondidos en ellas. Y lo mejor es que te aprendas de memoria las oraciones, para que no necesites utilizar el libro en donde se hallan escritas; con todo, lo mejor es llevarlas en tu alma, listas para abrirse cada vez que lo necesites. No obstante, al rezar leyendo, debes empezar, poco a poco, a orar con tus propas palabras, de acuerdo a las necesidades espirituales o exteriores que tengas. Las necesidades espirituales, una vez se despiertan, comienzan a esperar en Dios. El impulso de hablar con Dios aparece algunas veces sin aparente razón, sino sólo por esa sed de Él. No importa la forma y la medida en que ese impulso aparezca: no lo dejes nunca insatisfecho, sino que debes comenzar a orar inmediatamente, en donde estés, sea en tu trabajo, mientras lees, mientras caminas... Desde luego, lo mejor y más provechoso es que te retires a un lugar más adecuado para orar, si es posible. Mientras más esfuerzo pongas en este volver a Dios, con más frecuencia sentirás ese impulso y con mayor magnitud, enraizándose profundamente en ti. Nunca olvides este punto. Este método es el mejor para desarrollar tu oración, porque ella es lo principal en tu trabajo espiritual. Y no te sientas mal si tu mayor esfuerzo es precisamente para ella.

Si al orar te aparece este impulso, detén un poco la lectura y empieza a orar con tus propias palabras o incluso sin palabras... Dios verá con cuánto ardor deseas y buscas la oración, y te dará una oración que no podrá ya detenerse. ¡El Señor te bendiga en este afán! En lo que respecta a la lectura, una cosa es leer para controlar tu conciencia, y otra es leer para edificarte. Cuando lees para acumular información, debes leer mucho. Pero cuando lees para edificarte, no es necesario que leas tanto, sino sólo que tu corazón descienda a lo que estás leyendo. Entonces, deténte y piensa, tratando de entender lo que está sucediendo, llevándolo más profundamente a tu corazón. Esto es lo mismo que materializar el pensamiento de lo divino. Así se desarrollará tu alma y no te estarás simplemente llenando, como su fueras un saco…

Fuente: marturieathonita.ro/sfaturi-pentru-lucrare-duhovniceasca