Palabras de espiritualidad

Consejos para quien recién empieza a practicar la “Oración de Jesús”

    • Foto. Silviu Cluci

      Foto. Silviu Cluci

Es imperativo saber a Quién te estás dirigiendo. Porque, al practicar la “Oración de Jesús”, invocamos el mismísimo Nombre de Dios, y Él está presente en Su Nombre.

¿Cómo empezar a practicar la “Oración de Jesús”?

—Personalmente, creo que no hace falta alguna preparación especial para poder practicar la “Oración de Jesús”. Solamente debes empezar a orar, y la misma oración te irá enseñando cómo hacerlo. Claro que debes tener la fe cristiana en tu alma y no intentar practicar esta “Oración del corazón” como si se tratara de algo semejante al yoga. Luego, debes estar enraizado en la tradición de la Iglesia y tener una vida sacramental. Y, si es posible, contar con la guía de un buen padre espirital.

Llegados a este punto, quisiera recalcar que es imperativo saber a Quién te estás dirigiendo. Porque, al practicar la “Oración de Jesús”, invocamos el mismísimo Nombre de Dios, y Él está presente en Su Nombre. Y esto tiene un trasfondo sacramental y místico.

Uno de los puntos esenciales de la fe cristiana es que el mundo fue creado por Dios y, por otra parte, que nosotros, los hombres, nos hallamos en un estado de pecado, de error. Cuando tuve la oportunidad de visitar algunas iglesias muy antiguas, del siglo XII —por ejemplo, en Italia, en Palermo o en Francia, en la iglesia de San Sabino, de tipo romano—, me impresionó ver ciertas representaciones de la creación (los seis días que son relatados en el Génesis) y, de igual manera, algunos momentos esenciales del encuentro del hombre con Dios, tal como aparecen en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el encuentro de Dios con Noé, con Abraham en el roble de Mamre y, especialmente, el encuentro de Dios con Moisés en la zarza encendida, en donde Él le reveló Su Nombre, diciendo: “Yo Soy el que Soy”.

En todas esas escenas aparece el Hijo de Dios, el Logos, Quien se revela; Dios es representado con los rasgos de Jesucristo, y yo mismo me quedé impresionado viendo que Jesús, a Quien invocamos, es nuestro Dios y Creador, y que Su obra de creación no comenzó con Su Nacimiento en Belén, El niño nacido en aquel pesebre es el Dios Creador de todas las cosas. Sin embargo, Él es, de igual forma, nuestro Redentor. En hebreo, “Jesús” significa “Dios el Salvador” o “Dios (es) Quien salva”.

He dicho que no se necesita de ninguna preparación para empezar a practicar la “Oración de Jesús”, pero sí que tenmos que desarrollar progresivamente nuestra fe en la Persona a la que invocamos. Por otra parte, cuando decimos “ten piedad”, agregamos: “de mí, que soy pecador”. Luego, es necesario invocar el Nombre de Dios con la conciencia de que somos pecadores.

Pero ¿qué significa ser pecador? No es una categoría moral. Por ejemplo, al monasterio vienen y se confiesan muchos fieles arrepentidos por haber dejado de ser buenos, deseosos de volver a serlo. Entonces, yo les digo: “Ser cristiano no significa ser bueno, sino estar unido con Dios”. Y desde luego que, hallándote unido con Dios, eres bueno, pero de otra manera. “El pecado manifiesta nuestra separación de Dios”. En el Nuevo Testamento y en los escritos de los Santos Padres, la palabra “pecado” es casi el equivalente a “muerte” y “demonio”. Somos esclavos del pecado, tal como somos esclavos del demonio y nos hallamos sometidos a la muerte. De ahí esta súplica dirigida a Dios, Creador y Salvador nuestro, de que se apiade de nosotros (“Apiádate de mí, oh Dios…”) y nos libere de este estado de pecado y de muerte.

(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a IV-a, Editura Anastasia, 2004, pp. 155-157)