Contra la dejadez y la avaricia
Tal como los ríos no consiguen que el agua del mar se derrame, del mismo modo el avaricioso no se sacia jamás, aunque no deje de atiborrarse.
1) No seas indolente, no dormites cuando leas ni busques irte a acostar pronto.
2) Aparta la desgana al orar y presta toda tu atención a las palabras de los Salmos.
3) No permitas que tu mente viaje a los lugares de juerga y distracción.
4) Trabaja con denuedo, derramando tu sudor día y noche, para evitar ser una carga para alguien más.
5) Procura no acumular bienes que en poco tiempo ya no te servirán de nada.
6) Tal como los ríos no consiguen que el agua del mar se derrame, del mismo modo el avaricioso no se sacia jamás, aunque no deje de atiborrarse.
7) El avaricioso vive amarrado, a semejanza de un perro atado con una cadena al muro.
8) El avaricioso multiplica su riqueza, pero siempre sigue deseando tener más, y sigue acumulando bienes hasta que, finalmente, la muerte viene a buscarle.
9) El avaricioso amontona cosas en su casa, sin pensar que no son sino desechos.
10) Por el contrario, el generoso acumula tesoros en el Cielo, alcanzando, gracias a su feliz esperanza, las bondades prometidas.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Anestis, 2005)