Creer en Dios es más sencillo que dejar de creer
Es más fácil dar a los demás que tomar algo que no es tuyo. Te hace más feliz ayudar a los demás que denigrarlos.
El justo sabe que el sufrimiento es permitido por Dios para obtener la paciencia y por el bien de los demás, y que para alcanzar la perfección debe vivir una vida dura como el hierro; éste, para convertirse en acero, debe pasar por el fuego. El pecador que se arrepiente sabe que sufre por causa de sus pecados. Así, soporta las penas y sufre en pos de su propia purificación, como un lienzo que, para volverse más blanco, es sometido a intensos lavados y debe ser restregado una y otra vez. El pecador contrito sufre muchas aflicciones en este mundo, para no sufrirlas en la vida eterna.
El pecador que no se arepiente, al contrario, no entiende el sentido del sufrimiento. Para él, todos son pecadores... pero él no lo es. Y esto le daña, porque le falta fe y esperanza. En consecuencia, su martirio es el más terrible. ¡Por eso su cruz es aún más pesada!
Dice el Señor: “Mi yugo es fácil y Mi carga es ligera”. Ciertamente, la fe en Dios es una cosa más fácil que la falta de fe. Es más sencillo el ayuno que la gula, y la lucidez que la embriaguez. Es más fácil una vida con oración que sin ella. Es más fácil dar a los demás que tomar algo que no es tuyo. Te hace más feliz ayudar a los demás que denigrarlos. Es más feliz el amor recíproco que el egoísmo y el odio. Para algunos, el camino correcto podría parecer complicado, pero es importante saber que el camino de la injusticia es aún más duro: el injusto come, pero nunca se llena; roba y usurpa, pero nunca le alcanza lo que tiene; se venga, pero jamás se siente satisfecho. Odia a Dios y a los demás, pero no es feliz. Y, cuando obtiene todo lo que busca en este mundo, tropieza y se derrumba, y sus hijos caen en la peor de las miserias o incluso en prisión. No es fácil el camino del justo, pero es mucho más sencillo que el del injusto. Tomemos el ejemplo de Job. A pesar de ser justo, tuvo que sufrir mucho. No obstante, la fe y esperanza en la misericordia de Dios no le abandonaron jamás y nunca le avergonzaron.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Omilii despre pocăință, dragoste și optimism, Traducere din limba greacă de prezbitera Iuliana și pr. Iulian Eni, Editura Doxologia, Iași, 2016, pp. 83-84)