Cristo, causa y razón de mi alegría
Una cosa distinta es la tristeza por Dios, esa añoranza que se entreteje con la alegría y que lleva al hombre a regocijarse profundamente.
Según entiendo yo las cosas, no hay veneno en el hombre, porque, si el hombre tocara a Cristo con ese veneno, este se transformaría en un dulce néctar. Por eso, si alguien siente que hay un tósigo formándose en su interior, es que no le está presentando a Cristo sus problemas. ¡No olvidemos que la felicidad viene de Cristo, y la tristeza, del maligno!
No sé imaginan cuánto me preocupa cuando veo a un monje con el gesto apesadumbrado. Porque una cosa distinta es la tristeza por Dios, esa añoranza que se entreteje con la alegría y que lleva al hombre a regocijarse profundamente. El silencio, la compunción que hay en él, hace que de su corazón brote pura miel. Cuando veo a alguien así, siento que tendría que arrojarme a sus pies y besárselos.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 135-136)