Palabras de espiritualidad

¿Cuál es el “estado del tiempo” de tu alma?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

A veces sentimos en nuestra alma una suave brisa, un céfiro muy agradable, que nos calienta y nos llena de vida, nos alegra y nos da paz. Otras veces, nuestro corazón siente como una corriente pesada, mortal, y nuestra alma parece hundirse en unas impenetrables tinieblas. Lo primero proviene del Espíritu de Dios; lo segundo, del demonio.

En la naturaleza, a veces sopla un viento tibio, perfumado, que te envuelve y llega a lo más profundo de tu ser, mientras admiras la serenidad del firmamento. Otras veces, lo que hay es un viento frío que te hace tiritar y te entristece, un frío que te llega hasta los huesos y te pone la piel “de gallina”; miras hacia arriba y ves que el cielo está oscuro, como acongojado. Dicho de otra manera, aun sin el concurso de la brisa, el viento puede ser cálido o frío, te puede calentar o, al contrario, te puede hacer estremecerte del frío.

Lo mismo ocurre en la vida espiritual: a veces sentimos en nuestra alma una suave brisa, un céfiro muy agradable, que nos calienta y nos llena de vida, nos alegra y nos da paz. Otras veces, nuestro corazón siente como una corriente pesada, mortal, y nuestra alma parece hundirse en unas impenetrables tinieblas. Lo primero proviene del Espíritu de Dios; lo segundo, del demonio. Tenemos que aprender a convivir con ambas cosas. En el primero de los casos, no debemos envanecernos; en el segundo, lo importante es no perder la esperanza, no apesadumbrarnos, sino correr pronto a los brazos de Dios.

(Traducido de: Sfântul Ioan din KronstadtViața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 153)