¿Cuál es la terapia para el oscurecimiento de la mente?
El hombre está ciego. Fue creado para ver a Dios, pero es incapaz de hacerlo
Los Padres saben que, con la caída, el hombre enfermó, ya que la enfermedad es el oscurecimiento de la mente. Por eso, se habla de diagnóstico y terapia. El diagnóstico es que el hombre sufre de una enfermedad llamada pecado, que es oscuridad. ¡Cuántas veces encontramos, en los Santos Padres, la palabra “oscurecimiento de la mente”! Permanentemente. Abres un libro escrito por alguno de ellos, y rápidamente te encuentras con este tema. Luego, el oscurecimiento de la mente es el diagnóstico. ¿Cuál es, entonces, el remedio? La iluminación de la mente. Tenemos oscurecimiento, pero también tenemos iluminación. Es la misma terminología. Oscuridad, luz. Oscurecimiento e iluminación.
Entonces, este es todo el problema. Porque Dios es Luz, mas la ausencia de luz provoca oscuridad. Cuando la mente no es iluminada por Dios, se oscurece, se enturbia. ¿Cuál es el diagnóstico? Que el corazón del hombre se ha ennegrecido. Lo que llamamos en el ulterior idioma de los Padres “mente” (νοῦς), osea este corazón, se ha ennegrecido; por causa de la caída ha perdido el recuerdo de Dios, y debe retomarlo. Hay una analogía entre la mente y los lentes de un telescopio. Cuando los lentes del telescopio tienen alguna anomalía, la luz no puede atraversarlos y el hombre es incapaz de ver a través de ellos. Así, cuando la mente se ha enturbiado, el hombre no puede ver a Dios. Los ojos no creados que tiene, es decir, la Gracia no creada que vive en el interior de la mente del hombre, en el interior de su corazón, han sido ennegrecidos por las manchas que hay en ese lente llamado “mente” (νοῦς). Insisto, cuando el lente del telescopio no está limpio, la luz no puede pasar a través suyo, siendo imposible contemplar las estrellas con él. De igual forma, si el lente que se llama “mente” o “corazón” está sucio, el hombre es incapaz de ver en su interior el Reino de Dios, y la Gracia no creada que vive en él. Y todo esto se llama ceguera. El hombre está ciego. Fue creado para ver a Dios, pero es incapaz de hacerlo. En consecuencia, desde este punto de vista, el hombre está ciego y no puede ver la Luz.
(Traducido de: IPS Ierótheos Vlachos, Mitropolitul Nafpaktosului, Dogmatica empirică după învățăturile prin viu grai ale Părintelui Ioannis Romanidis, Volumul II, Editura Doxologia, Iași, 2017, pp. 133-134)