Palabras de espiritualidad

¿Cuál es la utilidad de los oficios litúrgicos?

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

Es decir, que no nos guste solamente leer, cantar y pasar un momento agradable, sino que debemos buscar entender y gozarnos de sus parajes divinos. De lo contrario, escucharemos: “¿Acaso entiendes lo que lees?” (Hechos 8, 26-32).

En lo que respecta a los oficios litúrgicos de nuestra Iglesia, justo es decir que no son despreciados por quienes los complementan con la oración de la mente. Los oficios litúrgicos fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo. En ellos encontramos suficiente sabiduría, porque contienen los dogmas de nuestra fe. Por medio suyo exaltamos a Dios. Son como un jardín de gozo espiritual. Pero, tristemente, ese jardín se halla cerrado para muchos.

Es bueno amar los oficios litúrgicos, pero no asistamos a la iglesia por la mera costumbre de hacerlo. Es decir, que no nos guste solamente leer, cantar y pasar un momento agradable, sino que debemos buscar entender y gozarnos de sus parajes divinos. De lo contrario, escucharemos: “¿Acaso entiendes lo que lees?” (Hechos 8, 26-32).

Dios envió a Felipe al etíope, para que le explicara las Escrituras. A nosotros nos envía al mismísimo Espíritu Santo, cuando la mente se ha purificado por medio de la oración incesante.

Una vez, un monje muy piadoso vino al monasterio. En un momento dado, me dijo:

Padre, no me opongo a la oración, pero no estoy de acuerdo con Usted, porque le da más importancia a la oración con la mente y olvida la necesidad de los oficios litúrgicos.

¿Pero quién te dijo que desprecio los oficios litúrgicos?

Bueno, talvez no los desprecie, pero sí que los reduce. En nuestro monasterio, hacemos entre seis y ocho horas de oficios litúrgicos en comunidad, sin contar los domingos, festividades, vigilias y demás, en los que glorificamos a Dios.

Bien dicho, glorificando a Dios. Sin embargo, quiero que me respondas algo, con toda sinceridad. ¿Cuando estás en la iglesia, entiendes todo lo que se lee y se canta, o tu mente vuela de aquí para allá?

La verdad, padre, muchas veces me cuesta contener el vuelo de mi mente.

Entonces, le respondí bromeando:

Luego, también tú eres uno de esos a los que se refería el profeta: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí” (Mateo 15, 8). ¿Quieres que te explique cómo realizamos aquí los oficios? Primero, velando cada uno en su celda y repitiendo la oración, para que nuestra mente se ilumine. Luego abrimos el pentekostarión y la menaia, y los leemos. Sientes tanta dulzura espiritual, tanta alegría y tanta humildad, que tu corazón se calienta de amor divino y, dejando el libro, no puedes sino postrarte hasta el suelo y llorar sin poderte detener.

Actualmente, debido a que tengo muchas cosas que atender, he dejado de experimentar todas esas vivencias que sentía cada día, cuando estaba solo. Reconozco que no soy una persona culta, apenas terminé la primaria. Pero, si tu mente se abre, eres capaz de entender los textos de los libros escritos en griego antiguo, aún mejor que los grandes eruditos. Intenta “calentarte” antes con la oración y luego notarás la diferencia. Esto lo he visto en muchos monjes, hijos espirituales míos.

(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie - Dascălul rugăciunii minții, trad. și ed. de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 207-209)