Así pues, un sólo camino debe ser común: los mandatos de Cristo, que nos llevan al Cielo y a Dios. Porque, a pesar de que las Escrituras nos muestran caminos distintos, indudablemente se nos dice que esa senda (la de los mandatos de Cristo) se divide en otros tantos, no de acuerdo a la naturaleza de Aquel, sino de acuerdo a las fuerzas y al propósito de cada uno. Partiendo de las cosas y hechos diversos y numerosos, así como cada uno parte de lugares y ciudades distintos, nos apresuramos a llegar a una sola morada: el Reino de los Cielos. 

Y por medio de las obras y lo andado por quienes siguen a Dios, debemos entender lo que son las virtudes espirituales, mismas que debemos imitar con un sólo objetivo: partir de lugares distintos y llegar a un sólo lugar, el Reino de los Cielos, haciéndonos dignos de estar junto a Cristo, cual súdbitos de un sólo Soberano, Dios y Padre.

(Traducido de Sfântul Simeon Noul Teolog, Cateheze. Scrieri II, Editura Deisis, Sibiu, 2003, p. 22)