Cuando el adolescente elige el camino equivocado
Recuerdo lo que me relató un amigo sacerdote, después de visitar una cárcel de menores. En los ojos de aquellos jóvenes se podía leer fácilmente que no habían sido amados cuando niños.
Podría decirse que la principal norma de comunicación con los adolescentes es la misma que rige la comunicación con los niños, en general. El principio fundamental, en este caso, es el amor y la comprensión. Esto es lo que espera de nosotros un niño de cualquier edad, aunque, desde luego, la adolescencia tiene su propia particularidad. Si el niño no recibe amor, esto le afectará más adelante en su vida. Al fin y al cabo, es más fácil que un niño desventajado, sea porque vive sin sus padres, sea porque proviene de un orfelinato, tienda a cometer infracciones.
Desde luego, también un niño proveniente de una familia más desahogada puede tomar un mal camino, aunque esta posibilidad sea, en principio, menor. Con todo, es justo señalar que la situación económica de la familia no es señal del amor entre sus miembros. Recuerdo lo que me relató un amigo sacerdote, después de visitar una cárcel de menores. En los ojos de aquellos jóvenes se podía leer fácilmente que no habían sido amados cuando niños.
Cuando un adolescente abandona el hogar para entrar en un entorno negativo, lo que él busca, de hecho, es algo que no encuentra en su propia familia: amor, comprensión y respeto. Incluso cuando se une a otros jóvenes, puede que lo que busque sea un cambio en su propio estado. Ahí, los adolescentes sienten que pertenecen a una pequeña y respetable familia, que tienen un rol importante y buscan la forma de asemejarse a sus camaradas más grandes. Estos representan una autoridad para ellos.
En consecuencia, los padres tienen el deber de generar todas las condiciones necesarias para que el adolescente no busque huir “a un país lejano” o encontrar afecto fuera del hogar. El joven debe sentir que su familia lo apoya, lo cuida y lo entiende. La famila debe ser como una reunión de los mejores y más fieles amigos.
(Traducido de: Cum să ne purtăm cu fiica adolescentă – Sfaturi pentru părinţi, traducere din limba rusă de Gheorghiţă Ciocioi, Editura de Suflet, Bucureşti, pp. 95-97)