Cuando el alma no le teme a nada
El alma que se entrega a la voluntad de Dios no le teme a nada: ni a los peligros, ni a las amenazas, ni a los ladrones… a nada.
Aquel que vive según la voluntad de Dios, no se siente preocupado por nada. Cuando necesita algo, eleva sus plegarias a Dios para que le ayude. Si no recibe lo que pidió, se queda tranquilio, como si lo hubiera recibido. El alma que se entrega a la voluntad de Dios no le teme a nada: ni a los peligros, ni a las amenazas, ni a los ladrones… a nada. Y de todo aquello que le embiste, dice: “¡Así lo quiso Dios!”. Si se trata de alguna enfermedad, de malos pensamientos, dice: “Esta enfermedad me será de algún provecho… de lo contrario, Dios no me la habría enviado”. Así es como conserva la paz en su alma y su cuerpo.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, București, 2010, p. 152)