Cuando el alma se ve en el espejo de la oración…
El alma se conoce en la oración, con todos sus estados e impulsos buenos y malos.
La oración ayuda al alma a que se conozca a sí misma, por el hecho de que se convierte en un espejo en el que ella puede verse. La oración deviene en espejo del alma porque el don del Espíritu la mantiene ante Dios. El alma sola no podría hacerlo.
La oración, como el espejo, tiene un soporte objetivo. Por eso, el alma, viéndose a sí misma en la oración, se hace consciente de estar en contacto con Dios. El alma se conoce en la oración, con todos sus estados e impulsos buenos y malos. Pero también ve su simplicidad particular, si se alza a la purificación de todo vínculo con las cosas. Absorta, ante la vista de esos inefables misterios que le son propios, no le queda más que guardar un silencio que abarca a todo y también a sí misma, en una profunda admiración.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 543 la Calist Patriarhul, Capete despre rugăciune, în Filocalia VIII, Editura Humanitas, Bucureşti, 2002, p. 343)