Aquellos que creen en Dios con todo su corazón, que hacen el bien no por aparentar ante los demás, sino por amor al bien, por amor y piedad a los demás, por amor a Dios, por un profundo respeto hacia los mandamientos de Cristo, son personas ajenas a toda forma de vanidad. Son personas que actúan no en búsqueda de la gloria de este mundo, no para fingir que son santas, sino que hacen el bien porque no pueden dejar de hacerlo.

Fue por estas personas que dijo Cristo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5, 6). Estamos hablando de personas que tienen un hambre y una sed insaciable justicia, de bien, de paz y de salvación para todos, y por eso hacen todo con integridad. 

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, București, 2004, p. 44)