Cuando el hombre deja de ser consciente de lo que es
Desde siempre, las personas han tenido una identidad estable durante su vida, sobre la cual se agrega una forma de ser que, con el paso de los años, va cambiando según la experiencia, los pecados y las virtudes adquiridas.
En nuestros días, cada vez más personas son incapaces de decir con exactitud quiénes son, qué son. ¿Por qué? Porque en los días de la sociedad de las imágenes y los objetos poseídos o idotralizados —en algún punto, la misma cosa— el ser ha entrado en una gran crisis. De hecho, esto significa que la entera existencia del mundo del hombre y la naturaleza que le rodea ha entrado en crisis. Una crisis que origina todas las demás:
El ser del hombre, separado de su Padre Celestial (el Único que es por Sí Mismo), se transforma sucesivamente en tener, poseer, y ser poseído, hasta la locura de no ser nada: confusión y olvido, sufrimiento y locura. Esto sucede cuando el hombre elige la nada.
En el fondo, la identidad es la imagen del hombre tal como se entiende a sí mismo, bajo la cual es conocdido por los demás. La identidad es otorgada en el nacimiento y pulida con el paso por el mundo.
Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros mejores amigos, la comunidad en la que vivimos, el idioma que hablamos, los modelos que nos atraen y, ante todo, el Dios que adoramos (o no), contribuyen a la formación de nuestra identidad. Al menos así eran las cosas hasta la aparición del televisor. Desde siempre, las personas han tenido una identidad estable durante su vida, sobre la cual se agrega una forma de ser que, con el paso de los años, va cambiando según la experiencia, los pecados y las virtudes adquiridas.
(Traducido de: Mihai Cristea, Când omul nu mai conştientizeazăcă este om... - Familia Ortodoxă, nr. 5, 2010, p. 3)