Cuando el pesar por nuestros pecados es muy grande…
El llanto no tardará en aparecer y el primer veneno, que es el amor propio, se transformará en un medicamento redentor y el cristiano alcanzará la felicidad.
Los motivos y razones del llanto radican en el sentimiento de culpabilidad al reconocer nuestro estado de pecadores, sabiendo que hemos fallado en cumplir con nuestro propósito universal. Ese reconocer que hemos infringido nuestra responsabilidad, y el recuerdo del rigor de la justicia divina, vienen a afligir la conciencia y, a continuación, el corazón. Apesadumbrada, el alma hace que brote el llanto, viéndose sumida en un profundo estado de tristeza por haber pecado. Si a esto se le suman la oración y la auto-condenación, que son consideradas cosas necesarias, el llanto no tardará en aparecer y el primer veneno, que es el amor propio, se transformará en un medicamento redentor y el cristiano alcanzará la felicidad, de la cual se ha dicho: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mateo 5, 4).
(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, traducere de Nicușor Deciu, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 83)