Los esposos deben tener un amor puro entre ellos porque, sólo existiendo una atmósfera de paz en familia, pueden cumplirse los deberes espirituales a los que están llamados. Para vivir en armonía, los esposos deben haber cimentado su vida común en el amor, el amor más fuerte, ése que se halla en la nobleza espiritual, en el propio sacrificio, no en el amor falso, mundano y meramente físico.

Cuando hay amor y sacrificio, cada uno se pone en el lugar del otro, entendiéndolo y sufriendo con él. Porque cuando alguien recibe a su semejante con el corazón compungido, recibe al mismo Cristo, Quien le llena de felicidad espiritual.

Cuando hay amor, los esposos permanecen siempre juntos, no importando si físicamente están lejos uno del otro, ni las circunstancias que los rodean, porque el amor de Cristo no es condicionado por la distancia. Sin embargo, cuando ¡Dios nos libre! los esposos no se aman, aún estando juntos físicamente, se hallan muy lejos uno del otro. Por eso, deben esforzarse en mantener el amor toda su vida y sacrificarse el uno por el otro.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 44-45)