Cuando juzgas al otro, el Espíritu Santo se aparta de ti
La mayoría se llena del Espíritu Santo al entrar al monasterio. Es entonces cuando ves a todos cual si fueran santos. Y sientes que rebosas de regocijo, y nada del mundo te importa más.
Creo que cuando más crecí espiritualmente (por un período de unos siete años), fue después de haber meditado y haber logrado lo siguiente: honrar a los sacerdotes como si fueran los mismos Apóstoles, al padre stárets como si fuera Cristo en el monasterio, y a los demás monjes como si fueran los discípulos de los Santos Apóstoles. Y me mantenía tan feliz, que a veces sentía el impulso de arrojarme a sus pies y besárselos. Sin embargo, con el paso del tiempo me fui dejando vencer por la tentación de juzgar a los demás, y aquel sentimiento se enfrió.
La mayoría se llena del Espíritu Santo al entrar al monasterio. Es entonces cuando ves a todos cual si fueran santos. Y sientes que rebosas de regocijo, y nada del mundo te importa más. Pero, si te pones a hablar con los más viejos y más reticentes, juzgando a unos y otros, el Espíritu Santo te abandona inmediatamente.
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Făgăraș, 2010, p. 14)