Palabras de espiritualidad

Cuando la “crisis” azota al mundo

    • Foto: Benedict Both

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Translation and adaptation:

¿Cuánto durará esta crisis? Lo que tarden los hombres en cambiar espiritualmente. Mientras no caigan de rodillas ante el Todopoderoso los soberbios que, con su egoísmo, han provocado esta “crisis”. Mientras los hombres y los pueblos no piensen traducir el incomprendido término “crisis” a su propio idioma, para exclamar con arrepentimiento: “¡Es el Juicio de Dios!”.

«Me preguntas, hermano mío en Cristo, de dónde viene la crisis actual y cuál es su significado. Pero ¿quién soy yo para que me consultes sobre un misterio tan importante? “Habla solamente cuando lo que quieras decir sea mejor que el silencio”, dice San Gregorio el Teólogo. Y, aunque considero que el silencio es mejor que cualquier palabrerío, por el afecto que te tengo, te expondré lo que creo sobre el problema que me has planteado.

“Crisis” es una palabra griega que significa “juicio”. En la Santa Escritura, esta última palabra es utilizada con frecuencia. Así, el salmista dice: “por eso, no resistirán en el Juicio los impíos” (Salmos l, 5), y en otro lugar: “quiero cantar el amor y la justicia” (Salmos 100, 1). El sabio Salomón escribe que “Dios es el que hace justicia al hombre” (Proverbios 29, 27). El Mismo Señor dijo que “el Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo toda potestad de juzgar”, y después: “ahora es cuando va a ser juzgado este mundo” (Juan 5, 22; 12, 31). Y el Apóstol Pedro escribe: “ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios” (I Pedro 4, 17).

Ahora, sustituye la palabra “juicio” con “crisis”, y lee: “Por eso, no resistirán en la crisis los impíos; quiero cantar el amor y la crisis; el Padre le ha entregado al Hijo toda potestad de crisis; ahora es cuando viene la crisis a este mundo; ha llegado el tiempo de comenzar la crisis por la casa de Dios”.

Hasta la llegada de estos tiempos, los pueblos europeos usaban la palabra “juicio” en vez de “crisis”, cada vez que sobre ellos venía alguna desgracia. Actualmene, esa palabra ha sido sustituida por una nueva, y lo que antes se entendía, ahora resulta muy difícil de entender. Antes, cuando había una sequía, la gente decía: “¡Es el Juicio de Dios!”. Cuando había una inundación: “¡El Juicio de Dios!”. Cuando empezaba alguna guerra o azotaba alguna plaga: “¡Es el Juicio de Dios!”. Cuando caía granizo o sucedía algún terremoto, o cuando alguna otra calamidad desolaba los pueblos, todos decían: “¡Es el Juicio de Dios!”.  Eso era lo que significaba: crisis por la sequía, crisis por las inundaciones, crisis por la guerra, las plagas, etc. También la actual situación financiero-económica es vista por el pueblo como un juicio de Dios, pero no es llamada “juicio”, sino “crisis”. ¡Para que la desgracia se vea alimentada por la ignorancia! Porque, cuando se pronuncia una palabra, entendiéndola, como “juicio”, se sabe también la causa por la cual ha venido dicho infortunio, se conoce también al Juez que la ha permitido; se sabe, finalmente, el propósito por el cual tal situación fue permitida. Y cuando se utiliza la palabra “crisis”, término que casi nadie entiende, nadie sabe explicar ni su por qué, ni de quién, ni el para qué. Esta es la única diferencia entre la crisis actual y la crisis que viene de una sequía o de una inundación, una guerra, una plaga o cualquier otra desgracia.

¿Me preguntas la causa de la crisis actual, o la causa del actual juicio de Dios? La causa es siempre la misma. La causa de las sequías, las inundaciones, las hambrunas y los demás flagelos que soporta la humanidad es también la causa de la crisis actual. La apostasía de los hombres. Con el pecado de la apostasía, los hombres han provocado esta crisis, y Dios la permite para que espabilen, para despertar la conciencia de cada uno, para que vuelvan a las cosas del alma y al seno de su Creador.  A pecados modernos, crisis moderna. Y, en verdad, Dios utiliza los recursos modernos para apaciguar a los hombres modernos: los azuza y castiga en las cuestiones bancarias, financieras, monetarias. Vuelca las casas de cambio del mundo entero, como otrora lo hiciera con las mesas de los mercaderes que pululaban en el templo de Jerusalén. Por eso es que ha provocado un pánico extraordinario entre los comerciantes y los que se dedican a las transacciones monetarias.

¿Cuánto durará esta crisis? Lo que tarden los hombres en cambiar espiritualmente. Mientras no caigan de rodillas ante el Todopoderoso los soberbios que, con su egoísmo, han provocado esta “crisis”. Mientras los hombres y los pueblos no piensen traducir el incomprendido término “crisis” a su propio idioma, para exclamar con arrepentimiento: “¡Es el Juicio de Dios!”.

También tú, reverendo padre: “¡Es el Juicio de Dios!”, en vez de “crisis”, y entenderás completamente todo».

(Traducido de: Episcop Nicolae VelimiroviciRăspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi-scrisori misionare, traducere Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sofia, Bucureşti, 2002, pp. 10-12)