Cuando la Gracia de Dios viene y se aparta
¡Así es como obra Dios, alma mía! Se queda con nosotros, y después se aparta, para que actuemos como lo hacíamos cuando teníamos la Gracia.
“¡Qué traviesa puede llegar a ser la Gracia, Madre!”. Se retrae, como jugando a las escondidas con nosotros. Y es que solamente así podemos crecer. Hoy te hallas en un nivel distinto al de antes. ¡Así es como obra Dios, alma mía! Se queda con nosotros, y después se aparta, para que actuemos como lo hacíamos cuando teníamos la Gracia. Y si no puedes, se te toma en cuenta como si en verdad pudieras. Pero tiene que ser un “no puedo” verdadero.
¿Cómo diferenciarlo? ¿Cómo saber si no podemos hacer nuestras oraciones de la noche por causa del cansancio, o si es por pereza?
—Como recomendaba un sacerdote, lo que tenemos que hacer es presentarnos en nuestro rinconcito de oración, y decir: “Señor, estoy tan cansado, que lo único que puedo pronunciar es un Padre Nuestro”. Y ahí, de rodillas, decimos ese “Padre Nuestro”, nos levantamos y nos vamos a dormir. Si fue por cansancio, dormiremos como si hubiéramos orado durante dos horas enteras. Pero si buscamos excusarnos por simple pereza, es mejor que nos quedemos orando esas dos horas. Y es que el maligno huye cuando ve nuestra humildad. Demos lo poco que podemos dar, ahí, en nuestro rinconcito de oración.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 167-168)