Cuando le devolvemos a Dios lo que Él Mismo nos ha dado
Es como si Él dijera: “Ya que practicaste la caridad, asumo que me has prestado, y ahora te Soy deudor”. Esta es, repito, la generosidad, la buena disposición de Dios.
¿Cómo entender las palabras “el que se apiada del pobre, le da prestado a Dios” (Proverbios 19, 17)?
—Estamos hablando de unas palabras de la Santa Escritura. Ya que lo que damos son cosas de Dios, a nosotros, los hombres, la necesidad nos hace, muchas veces, tener una buena disposición. Dios, al contrario, hace de Su buena voluntad, necesidad. Es como si dijera: “Ya que practicaste la caridad, asumo que me has prestado, y ahora te Soy deudor”. Esta es, repito, la generosidad, la buena disposición de Dios. Porque, finalmente, ¿qué es lo que le damos al otro? Algo que Dios Mismo nos dio. En consecuencia, le devolvemos a Él lo que nos ha dado.
San Juan Crisóstomo dice que incluso los Sacramentos que nosotros, los sacerdotes, celebramos, Dios los oficia por medio de nosotros. El Espíritu Santo realiza todo esto. “El sacerdote le da su mano y le presta su lengua a Dios”.
Y si Dios recompensa nuestras acciones, como dice el beato Agustín, entonces corona Sus propios dones, porque Él nos da el poder y la voluntad de hacer el bien. Entonces, tenemos que comprender que todo lo que hacemos, en verdad le pertenece a Dios.
(Traducido de: Arhimandritul Epifanie Theodoropulos, Toată viața noastră lui Hristos Dumnezeu să o dăm, Editura Predania, București, 2010, p. 84)