Cuando nuestra conciencia duerme y, aun así, nos acercamos a la Comunión
Cuando la conciencia está dormida, el hombre se encuentra con Cristo, pero no lo ve, no lo siente. Cristo se presenta ante el hombre, y el corazón de este es como si estuviera ausente.
Hoy en día, muchos se acercan a recibir la Santa Comunión, pero no por motivos estrictamente espirituales o ascéticos, sino por imposición de su familia o sus amigos. En pocas palabras, hay muchos que comulgan sin sentirlo y sin tener una conciencia piadosa. Para esas personas, Cristo es la medida de su propia conciencia. Cuando la conciencia está dormida, el hombre se encuentra con Cristo, pero no lo ve, no lo siente. Cristo se presenta ante el hombre, y el corazón de este es como si estuviera ausente.
Si el hombre siente un auténtico deseo de cambiar algo de su estado espiritual, Cristo puede obrar y esperar un determinado tiempo. Pero, si el hombre sigue sumido en su letargo de hábitos perniciosos y pecados, no será ayudado por Cristo. Incluso me atrevería a afirmar que estará comulgando a semejanza de aquellos que lo golpearon, lo torturaron y lo crucificaron… Lo único que puedo pedir es que cada uno actúe como el Señor se lo dicte al corazón, ¡pero procuremos comulgar como es debido, porque aquí, en el Santo Cáliz, está la vida!
(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici, Predici și îndrumări duhovnicești, Editura Sofia, 2005, p. 227)