Si, hallándote en un lugar lleno de gente, le haces una señal a alguna persona para que se acerque y esta viene; si le pides a algún amigo tuyo, o a cualquier otra persona que te ayude en la medida de sus posibilidades y así lo hace, ofreciéndote más de lo que esperabas, convéncete de que lo mismo ocurre en la Iglesia de Dios, en la vasta casa del Señor, que está divida en dos: la Iglesia celestial y la Iglesia aquí en la tierra, en donde puedes encontrar auxilio espiritual, en el sentido que puedes llamar a cualquier persona de la Iglesia celestial y obtendrás todo lo que le pidas, por su bondad y amor.

Y se te darán, especialmente, los dones que respectan al Reino de Dios y Su verdad, y que pueden llevarte a experimentar una fuerte comunión con Él, que es Manantial de bondad y poder.

Los santos de Dios te pueden escuchar, precisamente como te escuchan, en la iglesia, los demás fieles congregados, cuando oras o cuando predicas, porque ellos están en el Espíritu Santo y el Espíritu está en todas partes y lo llena todo.

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, 2005, p.168)