Cuando, a pesar de mantener la boca cerrada, no dejamos de hablar
Hay muchos que, en vez de hablar mucho, prefieren mantener la boca cerrada. Sin embargo —y desafortunadamente—, callan solamente en lo exterior. Adentro, en su alma, reina un estado completamente distinto.
Cuando hablamos del silencio, nos estamos refiriendo también a evitar toda palabrería inútil, tanto exterior como interiormente. Porque también hay muchos que, en vez de hablar mucho, prefieren mantener la boca cerrada. Sin embargo —y desafortunadamente—, callan solamente en lo exterior. Adentro, en su alma, reina un estado completamente distinto. Murmuran sin parar, juzgan y condenan a todos, inventan chismes de cada uno de sus conocidos. Sospechan de todos, y a todos tienen algo que enseñarles. Y, finalmente, caen deprimidos. Se dejan vencer por la melancolía, la tristeza, la depresión. Exactamente lo mismo que les pasa a los que hablan en exceso con la boca.
(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Deprimarea și tămăduirea ei, Editura Sofia, p. 52)