Cuando se ha renunciado a la fe...
El demonio sabe cómo despertar las pasiones que mantienen al hombre en ese terrible fuego, y se siente vencedor cuando ve la ruina de esos pobres seres.
Los hombres se han apartado de la fe, sea porque han perdido el espíritu de la oración, o porque nunca lo tuvieron, o porque aún no lo tienen. En pocas palabras, han perdido la fe porque no oran. El soberano de este mundo tiene libertad para trabajar en los corazones de esas personas, haciéndose su señor. Esas personas no han pedido ni piden la Gracia de Dios (porque los dones de Dios no son concedidos sino a aquellos que los piden y los buscan). Por eso, sus corruptos corazones se secan, porque carecen del rocío vivificador del Espíritu Santo. Finalmente, habiéndose secado por completo, se encienden y se queman por la acción de la llama infernal de la incredulidad y las pasiones. El demonio sabe cómo despertar las pasiones que mantienen al hombre en ese terrible fuego, y se siente vencedor cuando ve la ruina de esos pobres seres, redimidos con la Sangre de Aquel que aplastó la fuerza del astuto.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Cuvinte de nădejde celor fără de nădejde, Editura Sophia, Bucureşti 2008, p. 46)