Palabras de espiritualidad

¿Cuándo y por qué comulgar?

    • Foto: Claudiu Pantea

      Foto: Claudiu Pantea

No existe solamente una comunión con los Santos Misterios, sino también una comunión espiritual, es decir, esa presencia continua de nuestro corazón ante Dios.

No cometas el error de quererte comparar con los más experimentados. Porque no fue gracias a su sacrificio y su forma de vida que alcanzaron inmediatamente la deificación. Fue por la acción de la Gracia de Dios y su mismo estado de presencia. Y tú, si tienes esa presencia, has cumplido lo que necesitabas para comulgar y no te diferencias en mucho de esos grandes experimentados.

Pero ahora tenemos un problema “técnico”, por llamarlo de alguna manera. ¿Cuándo comulgar? No es el tiempo quien lo decide. Eso es un error. Lo decide la intensidad de tu fe, tu corazón. Como dice San Juan Crisóstomo: “¿Quieres darle más años? ¡Sana su herida!”. Este es el propósito del padre espiritual. Y si le sanas la herida, lo vuelves capaz de encontrarse con Dios por medio de la Santa Eucaristía.

No comulgamos porque haya venido la Pascua o la Navidad. Comulgamos para estar siempre con Cristo, porque no existe solamente una comunión con los Santos Misterios, sino también una comunión espiritual, es decir, esa presencia continua de nuestro corazón ante Dios.

Mucho se ha discutido, por parte de los grandes ascetas, los hombres de fe y los padres espirituales, cuándo corresponde comulgar. Hay quienes dicen que cada cuarenta días. Pero no es el tiempo quien decide, sino tu preparación interior, porque, para un acontecimiento tan grande, para poder recibir al Señor en tu ser, ciertamente tienes que prepararte a conciencia.

(Traducido de: Arhimandritul Arsenie PapaciocCuvânt despre bucuria duhovnicească, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003,  pp. 48-49)