¡Cuánta libertad hay en Cristo!
En verdad, el hombre puede decidir lo que quiere y lo que no quiere. Es libre de ir a la iglesia o no ir a la iglesia. Tiene la libertad de ayunar, así como tiene la libertad de no ayunar.
Siempre he dicho que Cristo jamás nos obliga a nada. Cuando obraba milagros, antes de proceder les preguntaba a los enfermos: “¿Quieres sanar?”. Analizándola detenidamente, se trata de una pregunta que bien podría causar asombro: ¿cómo preguntarle a alguien si quiere recobrar la salud? Pero ¿por qué hacía esto Cristo? Para darle al hombre la libertad de elegir.
En verdad, el hombre puede decidir lo que quiere y lo que no quiere. Es libre de ir a la iglesia o no ir a la iglesia. Tiene la libertad de ayunar, así como tiene la libertad de no ayunar.
El hombre es libre y puede decidir cómo vivir, pero también es libre y llamado a la Iglesia de Cristo para casarse y tener con su esposa una relación normal. El hombre es libre de elegir el camino del monasterio, es libre de elegir quedarse solo, es libre de decidir si quiere casarse. ¡Cuánta libertad hay en Cristo!
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 54)