¡Cuánto poder tiene un ángel!
“Me puse a orar y le pedí al Señor que me ayudara a encontrar una forma de salir de aquella situación. Y en ese instante vi, sobre mi hombro derecho, a mi ángel guardián...”
Padre, ¿es verdad que nuestro ángel guardián nos ayuda en todo momento?
—De nosotros depende la medida de su auxilio. Si pisamos un poco sobre tierra dura, también él lo hará, y nos librará de cualquier peligro. Si hacemos lo que debemos hacer, también él hará lo que tiene que hacer. ¡Cuántos milagros han ocurrido con la ayuda de los ángeles! ¡Cuántos jóvenes se han librado de quién sabe qué pecados! ¡Cuánto poder tiene un ángel! Y nos ayuda aún con su silencio.
Recuerdo que una vez me hallaba en una situación sin salida aparente. De tanto pensar, sentía como si alguien me hubiese golpeado la frente con un cincel. Sentía como si mis ojos se fueran a salir de sus órbitas. Me dolía especialmente el ojo derecho. ¡Qué dolor tan insoportable! Parecía un trompo, moviéndome de un lado a otro, angustiado por el dolor. No sabía qué hacer.
Me puse a orar y le pedí al Señor que me ayudara a encontrar una forma de salir de aquella situación. Y en ese instante vi, sobre mi hombro derecho, a mi ángel guardián. Era como un niño de unos doce años. Tenía un rostro hermoso, redondo, con unos ojos enormes, redondos también. ¡Y cómo resplandecía! Su simple presencia apartó todo el dolor y mi intranquilidad. El dolor desapareció, pero no gracias a la alegría, sino a la Gracia Divina. La mera alegría no aparta el dolor: te alegras, sí, pero el dolor sigue en su sitio. Sin embargo... ¡la Gracia de Dios! ¡Qué cosa tan grande! Es imposible describirla. “¡Si es así, que me golpeen, no con un cincel, sino con un garrote!”. Solamente esto ya merecía que me rompieran la cabeza. Después apareció esa solución que, humanamente, era imposible de hallar.
¿Le dijo algo el ángel, Padre?
—No, simplemente me miró.
Padre, cuando uno ve a su ángel, lo que está viendo es su imagen. ¿Pero cómo es en realidad? ¿Lo ve uno como si tuviera materia?
—Es algo muy, muy sutil.
(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. VI, Despre rugăciune, Editura Evanghelismos, București, 2013, pp. 91-92)