«Así pues, has decidido ir a confesarte, arrepentido por tus pecados… ¡solamente tus propios pecados! ¿Cuánto tiempo lleva una verdadera confesión? Piensa que, en un minuto, puedes decir exactamente 150 palabras. Y tú te dispones a confesar dos o tres pecados. ¿Cuántas palabras necesitarás para confesarte? ¿No son suficientes diez o doce palabras? Digamos… ¿treinta o cuarenta palabras? Siendo indulgentes, dejémoslo en 150 palabras. ¿No te bastan 150 palabras para confesar dos o tres pecados? ¡Claro que sí! Una confesión auténtica, marcada por el arrepentimiento, dura un minuto, a lo sumo. “El mucho hablar es la pobreza del hombre”, dice un proverbio. La verborrea te delata, demostrando que no te has arrepentido y que no te estás confesando con sinceridad.

Esto no significa que, cuando vayas a confesarte, debas estar solamente un minuto ante tu padre espiritual, esperando que te lea la oración de absolución, para poder levantarte e irte. ¡No! Porque una cosa es la confesión de los pecados, y otra el diálogo espiritual y la orientación que recibes de tu confesor. El sacerdote te demostrará su disponibilidad para conversar contigo y aconsejarte, desde luego, si eres receptivo».

(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Duhovnicul și spovedania, traducere de preot Victor Manolache, Editura de Suflet, București, 2012, pp. 46-47)