¿A cuántos nos obsesiona la idea de tener la razón y justificarnos?
El hombre obsesionado con la justicia es incapaz de perdonar, porque no puede amar. Percibe la vida como un intercambio permanente: todo el tiempo espera recibir lo mismo que da.
El hombre que vive dominado por la autojustificación es incapaz de entender y practicar el perdón. Y todo el tiempo se mantiene encerrado en los argumentos que justifican su actitud frente a los demás. El hombre obsesionado con la justicia es incapaz de perdonar, porque no puede amar. Percibe la vida como un intercambio permanente: todo el tiempo espera recibir lo mismo que da. Por el contrario, el hombre humilde —del cual hemos hablado en otro momento—, el hombre que ve, ante todo, sus propias debilidades y le aterra la sola idea de a ofender a su semejante, ese siempre estará dispuesto a perdonar sin límites ni condiciones.
(Traducido de: Pr. prof. dr. Constantin Coman, Dreptatea lui Dumnezeu și dreptatea oamenilor, Editura Bizantină, p. 40)