Palabras de espiritualidad

Cuerpo y alma, unidos estrechamente

    • Foto: Doxologia

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En la Iglesia Ortodoxa decimos que la enfermedad del alma contagia también al cuerpo, tal como la enfermedad del cuerpo puede contagiar al alma.

Mientras Usted hablaba sobre el alma, me surgió un insistente pensamiento. ¿Por qué habla tanto del alma como algo separado del cuerpo? ¿Están, en verdad, separados y son independientes el uno del otro?

—Es que no son independientes. El alma está atada estrechamente al cuerpo. Los padres dicen que con el alma ocurre lo mismo que con el metal, cuando es puesto al fuego: se enciende, se vuelve fuego, pero sigue siendo, en esencia, metal. El alma va a todas partes con el cuerpo del hombre. El hecho que el alma da vida al cuerpo unido a ella, nos demuestra que el hombre fue creado a imagen de Dios, aún en mayor medida que los mismos ángeles. Precisamente por esto, en la Iglesia Ortodoxa decimos que la enfermedad del alma contagia también al cuerpo, tal como la enfermedad del cuerpo puede contagiar al alma. Debido a ese vínculo interior, algunas veces ocurre que, aunque el alma quiere alcanzar la participación con Dios, el cuerpo no acepta seguir al alma, debido a sus pasiones, y así aparece el sacrificio físico. Es entonces cuando notamos que, aunque nuestra alma se siente sana, nuestro cuerpo parece débil y enfermo. Se evidencia, así, lo que dijera el Señor: “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26, 41). Por esta razón, la tradición ortodoxa señala que el progreso del alma debe ser paralelo al del cuerpo. “El hesicasmo sana también al cuerpo de muchas maneras y con distintos métodos, para alcanzar la participación con Dios. Cuando el hombre obtiene la Gracia de Dios, también su cuerpo se transforma”. Esto es algo que puede verse en la Transfiguración del Señor, cuando Su rostro empezó a refulgir como el sol. También con Moisés, cuyo semblante brillaba con fuerza, como el del archidiácono Esteban, que llegó a parecerse a un ángel. En consecuencia, hay una clara diferencia entre alma y cuerpo, pero ninguno de los dos podría vivir independientemente del otro. Por eso, al llegar la muerte, el alma “con trabajo se separa de su vínculo”. Y esa separación tiene lugar “por la voluntad de Dios”. Luego, el alma no es la persona, sino el alma de la persona, como tampoco el cuerpo es el hombre, sino el cuerpo del hombre. Sí, el hombre está conformado por alma y cuerpo, es un ser psico-somático. También el cuerpo se deificará y resucitará con la Segunda Venida del Señor, pasando a la eternidad.

(Traducido de: Boala și tămăduirea sufletului în tradiția ortodoxă - Mitropolit Hierotheos Vlachos, Editura Sophia, București, 2001, p.62)