¡Cuidado con esas llamas que quieren devorar tu corazón!
Cuando el pensamiento de una acción es arrojado sobre el muro interior del corazón, este se enciende... ¡como un bosque de árboles secos!
El corazón está dispuesto a saltar y cumplir cualquier impulso que venga a él, porque no tiene ojos, pero sí mente. ¡Cuánto tiene que cuidar el hombre su corazón! Y es que el corazón es la puerta más débil del hombre, la que cede primero.
Cuando el pensamiento de una acción es arrojado sobre el muro interior del corazón, este se enciende... ¡como un bosque de árboles secos! ¿Y quién podrá salvar algo de él, cuando las llamas hayan abarcado todo y se extiendan más y más, calcinando sin piedad todo lo bueno que había allí? Los ojos de tu mente tienen que estar despiertos. Y cuando un pensamiento se abalance como un lobo para devorar tu corazón, o cuando revolotee sobre el corazón como un gavilán, buscando dónde asentarse, ¡lucha con todas tus fuerzas para ahuyentarlo! No hace falta que pasen cinco minutos para que sea demasiado tarde...
(Traducido de: Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 164)
